No es extraño preguntarse por qué Camino de Santiago y alzhéimer. Hasta nosotros mismos lo hacemos aún a veces. De hecho, cuando en las navidades de 2016 le planteé a Alejandro esta locura de recorrer media España a pedales para hablar de alzhéimer ni siquiera lo hice cargado de razones. Eso sí, mi convicción la apuntalaba una poderosa intuición de que aquella alianza entre el fotógrafo y el escritor a través de ese trazado cuyo misteriosa atracción lleva siglos movilizando a millones de personas podía ser tremendamente eficaz para construir un relato que diera a entender el enorme impacto que el alzhéimer causa en quien lo padece y su entorno.
Por eso tampoco dudó Alejandro en dar el ‘sí, quiero’. Porque si es verdad eso que dicen de que los caminos del corazón rara vez se equivocan, los dos supimos desde el minuto uno que en esos 1.000 kilómetros íbamos a encontrar historias, instantes, diálogos que, por sí solos, iban a narrar el atroz camino de la desmemoria cuando irrumpe; el peregrinaje hacia un final escrito de quienes sufren la enfermedad y de quienes lo acompañan.
Y lo vimos en las asociaciones, en los cuidadores y los enfermos, sí. Pero también en los peregrinos y hospitaleros que compartían una cena en el albergue, un café en la ruta. Porque fueron tantos los que, conocido nuestro proyecto, nos confesaron que ellos también tenían cerca el alzhéimer en un familiar o un amigo que comprendimos rápido que habíamos acertado al escoger el Camino de Santiago como metáfora y como fuente para conocer y dar a conocer el alzhéimer y quienes trabajan con los afectados.
Y luego, claro, el camino interior. Ese enigma que encierra esta ruta milenaria que te desnuda ante ti mismo, que te convierte en espectador silente de tu propia vida. El Camino de Santiago y su vaporoso poder para convertir en líquidos los muros que te separan de los ausentes. Mi madre Lola, allí donde esté, tan cerca esos días.
Y aquí seguimos, recorriendo este camino hecho causa: la necesidad de que esta sociedad tome conciencia de esta epidemia que entra como un tsunami en las vidas y en los hogares y los transforma y los sacude. Un libro, una exposición, un calendario, ahora esta web, y los pasos que vendrán marcando este camino de la memoria… y del corazón.
Antonio Ortín
