El 9 de abril de 1906 fallece en la institución de salud mental Irrenschloss de Fráncfort la alemana Auguste Deter (Kassel, Alemania, 1850). Allí había ingresado cinco años antes después de que a los cuarenta años empezase a dar síntomas de una demencia temprana. Su marido, ferroviario y con una hija de ambos a su cargo, optó por llevarla a este centro, donde coincidió con el doctor Alois Alzheimer. El científico inició entonces una investigación a fondo con Auguste. En cuadernos del doctor Alzheimer que se conservan registra una de las conversaciones, en las que le pregunta en una primera fase por cuestiones básicas como su nombre de pila, el de su marido y sus hábitos. Cuando en una segunda fase le vuelve a preguntar, Auguste no recuerda absolutamente nada. Y consta en esos documentos que lo más que acierta a decir es: «Lo siento, me he perdido».
Auguste experimenta un progresivo deterioro cognitivo y físico que le conduce a la muerte el 9 de abril de 1906. Para entonces, el doctor Alzheimer ha sido destinado a Munich, desde donde no obstante mantiene un seguimiento de Auguste. A su muerte, pide que le envíen el historial clínico y su cerebro, que empieza a estudiar detenidamente. Aunque la causa de la muerte de Auguste es una sepsia provocada por la infección de una escara, Alzheimer descubre la existencia de placas seniles en su cerebro, punto de partida de lo que él mismo bautizó como «enfermedad del olvido» y que hoy, más de 110 años después, sigue siendo uno de los grandes desafíos de la ciencia: desenmascarar el origen del alzhéimer.